El 8 de marzo partimos a Indianapolis, ubicado a poco más de tres horas al sur de Notre Dame.
(Aunque a nosotros nos tomo un poco más de tiempo, porque en la mitad del camino la dirección del auto se puso durísima. Paramos en una bomba, por supuesto que miramos pero no cachamos para nada cual era el problema y luego vino el milagro… un tipo se nos acercó, dio el diagnóstico, sacó una correa por ahí y nos recomendó ir hasta el siguiente pueblo a comprar un repuesto. En fin, eso alargó el viaje como en dos horas… la famosa correíta no era fácil de encontrar y cuando ya la teníamos no había quien la pusiera. Sears nos salvó. (Es como si Falabella tuviera también talleres mecánicos))
Indianápolis es la capital de Inidana, donde también está Notre Dame. Su población es de 791.926 habitantes, siendo la 14. ciudad más grande de EE.UU.

Lo primero que hicimos fue ir al museo de los niños (Children's Museum of Indianapolis), el museo más grande de niños en el mundo.




Será de niños, pero eso no quita que los grandes disfrutemos como ellos.
El detalle más lindo de este edificio es el reloj de arena a mano derecha.

El centro de la cuidad estaba salpicado de estas esculturas hechas de neumáticos reciclados, para honrar su tradición en carreras de autos.

City hall, construido en 1962.


Pablo preparándose para los futuros discursos políticos en defensa de los derechos civiles de los niños del mundo.

Legislando.

Monumento a los Soldados y Marineros, cosntruido en 1888.
Ojo el detalle de la banca.

Desde el cielo.

Igual hacia un poco de frío, pero no tanto porque la parka de plumas se quedó en el hotel.


Muchos autos maravillosos.


Pedro de piloto.

Un piloto bebía con frecuencia suero de mantequilla para refrescarse. Era algo que le había enseñado su mamá y en 1936, al conseguir su tercer triunfo en la Indy 500 nada le pareció más natural que refrescarse en el podio con esa bebida. Un ejecutivo de la industria láctea vio en el periódico del día siguiente una foto de lo ocurrido y creyendo que era leche, quiso asegurarse de que la celebración se repitiera cada año a partir de entonces. La leche se convirtió así en uno de los elementos en la Línea de la Victoria entre 1937 y 1941, hizo una breve aparición en 1946 y regresó de forma casi permanente en 1956.
No son pajaritos lo que ustedes ven posando en este árbol. Son zapatillas.
La idea detrás del árbol de zapatos es que cuando un hombre pierde su virginidad, toma un par de zapatos y los tira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario