Mientras que en Santiago caen litros de lluvia y las temperaturas hacen que se prendan las Toyatomi y los guateros, acá en South Bend caen los patos fritos con 34 grados durante el día y 30 grados durante la noche… o sea dormimos bien separados con la Su.
Por esa razón hemos colocado la piscina de plástico, los regadores, hemos ido al lago, laguna y río y por último hemos encontrado unas plazas con juegos de agua.
Esta idea que si la viese Lavín la implementaría en Santiago (no me copies Zalaquett), es demasiado bakan… Es una serie de juegos, sin piscina que incluye chorros, paredes y baldazos de agua bien fría. Estaba bien hecho porque los juegos eran entretenidos y no peligrosos. Además los juegos se "cortaban" cada 10 minutos y había que tocar un botón para activarlo. Esto servía para que cuando no había gente se apagaran solos y no perder plata y además para que los niños bajaran un poco las revoluciones... bien pensado.
Adoptamos a German, el “gurice” uruguayo de Julio y Laura y después llegaron el clan Trivelli.
En esta primera foto se ve un círculo donde salen chorros por todos lados como spray lo que da la sensación de una pared de agua… Con Pablo pasábamos corriendo y se mataba de la risa… el único problema que veces yo chocaba en la parte de arriba. Parece que estoy “grandecito” para estos juegos.

Pablo corría por todos lados con una corneta de madera… era el más valiente de todos los niños.

En cambio la Pacita era más tímida y solo aceptaba un leve rocío en los brazos de Papá. Por mientras el Papá hunde la guata y posa casi como Guardián de la Bahía.

Pero poco a poco la Pacita se va soltado y conociendo lo rico del agua...

Lo primero fue poner el dedito donde había habido un chorro, entonces quedaba agua, pero aun era seguro

Luego de toda la negociación de la Mamá, la Pacita tomo confianza y se atrevía a tocar el chorro con la punta de los dedos. Nota especial el traje de baño estilo 60's, ella era la más bonita de todo el parque.

Acá se ve a Germán como el dueño del chorro de agua. Era top porque habían tres y se turnaba cual tenía más potencia. Además solo podía apuntar hacia los otros chorros y no hacia el público que los miraba. Además nunca era tan fuerte para que doliera, sino que para quedar empapado…

Acá esta Gonzalito, que supero la etapa de “Paraa” y empezó a mojarse en los chorros. Al principio costó, pero terminó gozando cada uno de los juegos.

Y la expresión “como un balde de agua fría…” nunca fue más precisa. Acá te llegaba un baldazo de agua que era más la impresión que el dolor. Era la máxima prueba de frescura.

Y Gonzalito también logro la prueba máxima, probando lo aperrado y bueno para el agua que era.

La tarde fue refrescante, Gonzalito, German, Pablo, la Pacita y yo nos bañamos. La Su se quedó con ganas porque no tenía traje de baño, aunque igual chapoteo desde el borde. Nos acompañaron Gonzalo y Paula Trivelli y Julio, pero ellos solo se bañan una vez a la semana y aun no tocaba. Lo pasamos bien y ojalá esta idea la copien en Chile… es top top top.
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